domingo, 14 de diciembre de 2008

Mi confrontación con la docencia

Culminaron mis estudios de Licenciatura en Contaduría en la Facultad de Contaduría y Administración de la máxima casa de estudios, la UNAM, en el año 2001. Como casi todo contador inicié mi labor profesional como auxiliar contable, sin embargo, tres años más tarde decidí realizar una segunda licenciatura, motivo por el cual en este momento me encuentro cursando el octavo semestre de la Licenciatura en Derecho, menciono esto, porque va de la mano para empezar a hablar cuándo me inicié en la docencia y es que a la par de iniciar mi segunda licenciatura, también dio inicio esta gran experiencia de ser docente.

Fue en agosto de 2004, cuando inicié esta gran aventura, esta gran experiencia. En mi caso particular me inicié en la docencia, porque en aquellos días conocí a una Contadora, que había tenido experiencia en el sistema CONALEP y planeaba reincorporarse nuevamente. Así pues la acompañé al plantel Contreras donde actualmente trabajo y como todo proceso de selección había que dejar el currículo vitae y así lo hice. Cual fue mi sorpresa, cuando semanas mas tarde recibí una llamada para presentarme a una entrevista, derivado de dicha entrevista me asignaron una materia, a la cual hoy día le tengo un enorme cariño, quizá porque me hace recordar aquel primer día frente a grupo. Recuerdo perfectamente aquel día, la inolvidable aula 4, con un grupo muy peculiar, y digo peculiar porque casi todos los profesores se quejaban de él. Desde el principio fue un reto, ¿qué hacer para captar su atención? Lo único que se podía hacer, solamente trabajar en ello.

Siempre tuve la incógnita de saber que se sentía ser profesor y “manejar” un grupo tan numeroso de personas, aunque si soy sincera dentro de mi campo de acción nunca estuvo contemplada la docencia, si hubiera sabido todo lo bueno que me dejaría realizar esta actividad la hubiera practicado desde hace mucho tiempo.

Desde aquel día hasta hoy, ha sido un reto constante, una labor inmensa que parece que nunca se acaba y ¿saben algo? De hecho nunca se acaba y eso me da gusto, es cierto que hay días frente a clase que al menos para mí, parecen eternos, pero también es cierto que la gran mayoría de ellos se hacen cortos, muy cortos. Quisiera mas y más tiempo para estar con mis alumnos, para que aprendan de mí, pero sobre todo para aprender de ellos. Mientras trabajan en el aula, me fascina observarlos como se comportan, los comentarios que hacen de la materia, incluso de su vida, sus risas que no reflejan preocupación alguna, observar como ven la vida, para ellos todo es sencillo nada complicado. Y con base a muchas de esas actitudes es cómo voy diseñando mis clases, a veces pienso, si digo esto, Edgar no lo entenderá, quizá si le explica de esta otra manera si, es decir, diseño estrategias pensando en el aprendizaje de todos y cada uno, aunque si he de ser sincera, se invierten muchas horas en este tipo de prácticas y desafortunadamente por mis actividades profesionales y vida personal se carece de tiempo.

Pasando al punto de que significa ser docente a este nivel, pues debo decir en primera instancia como lo he escrito renglones atrás, para mí ha venido a marcar huella en mi vida, ya que ha sido una gran experiencia, definitivamente hay un parte aguas, antes de ser docente y ahora que lo soy. Y es que nada tiene que ver con estar encerrado doce horas en una oficina trabajando con números que solo uno entiende, a todos esos números mostrárselos a un alumno y hacer que los entienda. Esa es la parte interesante de esto, cómo vas edificando en su mente todos esos conceptos, todas esos cálculos, toda esa estructura.

La satisfacción que se siente es enorme, sobre todo cuando los alumnos se acercan y te dicen “maestra la clase del día de hoy realmente me gusto”, esa frase para mi no tiene precio, aunque suene a comercial, y cómo describirles el sentimiento que me invade cada fin de semestre cuando se va una generación y veo como se van “mis niños”, como se aleja un pedacito de mi. De hecho durante los períodos vacacionales siento que “algo me falta”, y sé perfectamente qué es, “mis niños”. Todo lo anterior, es decir, ese acercamiento que demuestran sé que les cuesta mucho trabajo puesto que soy una persona que ama la disciplina y me gusta mantenerlos en perfecto orden en clase.

Para finalizar, como en todo siempre hay “un pelo en la sopa” y este caso no es la excepción. Me provoca insatisfacción el ver que existen maestros que no están comprometidos, no con el sistema, sino con los alumnos. Otro motivo de insatisfacción representa el que en muchas ocasiones nuestra labor docente no es valorada, para el sistema somos solo unos profesores contratados a cubrir una carga horaria que todos los semestre varía.

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